(MEMORIAS DE ADRIANO) PARTE

2 - Reconozco que la razón se confunde frente al prodigio del amor,
frente a esa extraña obsesión por la cual la carne,
que tan poco nos preocupa cuando compone nuestro propio cuerpo,
y que sólo nos mueve a lavarla, a alimentarla y llegado el caso,
a evitar que sufra, puede llegar a inspirarnos un deseo tan apasionado de caricias,
simplemente porque está animada por una individualidad diferente de la nuestra y
porque presenta ciertos lineamientos de belleza sobre los cuales, por lo demás,
los mejores jueces no se han puesto de acuerdo.
Al igual que la danza de las ménades o el delirio de los coribantes

domingo, 17 de abril de 2011

ANTINOO BRIZIO

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